
Louisa May Alcott (1832 – 1888) fue una escritora estadounidense conocida especialmente por la novela Mujercitas, una obra inspirada en su propia familia. De este modo, su hermana Anna, la mayor, inspiró el personaje de Meg; la mediana, Elizabeth, fue en la ficción Beth; y Abigail, la más pequeña, se convirtió en sus páginas en Amy.
Los padres de Alcott, Abigail y Amos, eran unos auténticos revolucionarios para la época. Eran veganos, abolicionistas (ayudaron a multitud de esclavos que huían en busca de libertad) y defensores de los derechos de las mujeres, apoyando activamente el voto femenino y la entrada de las mujeres a la universidad. Valores que ahora pueden parecer lógicos y habituales, pero que resultaban de lo más llamativos en pleno siglo XIX.
Los padres de Louisa fueron unos verdaderos revolucionarios para la época: eran veganos, abolicionistas y feministas
Muchos llegaron a considerarles extremistas. No obstante, ellos hicieron oídos sordos y criaron a sus hijas fomentando la libertad y la creatividad, sin olvidarse de poner especial énfasis a la importancia de que aprendieran a pensar por sí mismas. Algo que era poco aconsejable en la educación femenina de entonces.
Pese a su conciencia social, el cabeza de familia fue incapaz de mantener económicamente a su familia. Si bien es cierto que tenían cierto renombre social, pues estaban rodeados de intelectuales, su situación era de lo más inestable. En treinta años se vieron obligados a mudarse hasta veinte veces. Con este panorama resultaba muy complicado que las niñas hicieran amistades. Probablemente por ello, la amistad entre ellas fuera tan fuerte.

Pese a que la familia tenía cierto renombre social entre los intelectuales, su situación económica era de lo más inestable
Amos, el padre, siempre participaba en iniciativas alocadas. Una de las más extremas fue cuando se convirtió en cofundador de Fruitland, una comuna agraria en la que estaba prohibido el trabajo de los animales y donde debían vivir con los escasos frutos que daba la tierra. Además solo se alumbraban con la luz solar y debían prescindir de productos básicos, como la lana, el jabón o el algodón. Así estuvieron siete meses, hasta que el hambre les obligó a escapar.
Por suerte, acabaron sobreviviendo gracias a que la madre, Abby, tenía los pies más pegados a la tierra, además de cierta herencia familiar. Tras varios tumbos, acabaron instalándose en la casa de Orchard House (Concord, Massachusets), el hogar más estable del que disfrutaron, y donde Louise escribió Mujercitas. A día de hoy es un lugar que se puede visitar y cuyo interior se mantiene prácticamente igual que cuando vivía la familia Alcott.

Orchard House fue el hogar en el que la familia más tiempo permaneció. A día de hoy se puede visitar
La madre inculcó a sus hijas los valores feministas, pues achacó muchos de los problemas familiares a su desventaja por ser mujer, ya que se veía obligada a seguir a su marido hasta sus proyectos más locos, estuviera o no ella de acuerdo. De este modo, transmitió a sus hijas conceptos como la desigualdad de sexos. Louise lo reflejó así en sus escritos. Además, llegó a firmar una colección de relatos en los que se tratan temas tabúes para la época como el adulterio y el incesto.
Pese a que estaba mal visto en ese momento que las mujeres trabajaran, las Alcott se vieron obligadas a ello. No obstante, de haber tenido más posibles, probablemente también lo hubieran hecho, pues defendían que la mujer servía para mucho más que para cuidar la casa y a los hijos. La madre fue una de las primeras asistentes sociales auténticamente profesional. Por su parte, Louisa escribía incansablemente para ganar algo de dinero. Además, fue costurera, empleada doméstica e institutriz, tal y como muestra en la novela en el personaje de Jo.
Para poder sostener a la familia, Louisa aceptó varios empleos de costurera, empleada doméstica e institutriz. Además, como ocurre con el personaje de Jo, escribía y vendía sus relatos a diferentes periódicos
Durante la guerra civil, trabajó como enfermera. Una experiencia que le permitió escribir años más tarde el libro Hospital Sketches, que resultó ser un gran éxito en su día. Esto le permitió tener un editor, Thomas Niles, que tiempo más tarde le pidió que escribiera una historia para mujeres. Nacía así Mujercitas.
El triunfo en las librerías fue tal que sus múltiples reediciones acabaron para siempre con el hambre que hacía años que se había instalado en la familia Alcott. Louise se encargó de todos ellos. Nunca se casó ni tuvo hijos, pero cuidó hasta que murió de su sobrina Lulu (hija de su hermana Abigail, Amy en la obra). Su hermana, fue una pintora reconocida en su época, que llegó incluso a exponer en el Salón de París, uno de los sueños del personaje de Mujercitas. No se casó con su vecino Laurie, pero sí lo hizo con el millonario suizo Ernest Nieriker. No obstante, murió joven, después de dar a luz a su primera y única hija.

El triunfo de ‘Mujercitas’ en las librerías fue tal que Louisa obtuvo el dinero suficiente para poder mantener a su familia, que no volvió a pasar por ninguna penuria económica
En cuanto a su hermana Elizabeth (Beth en la novela) también falleció por culpa de la escarlatina a la corta edad de 22 años. También se contagió por tratar de ayudar a un bebé que vivía en míseras condiciones. Le encantaba el piano y, como relata Louisa en su libro, era dulce, tímida y hogareña.
En cuanto Meg, en la vida real Anna, conoció a su marido haciendo obras de teatro en la Concord Dramatic Union. Enviudó muy joven, y también fue Louise quien se ocupó de mantenerla a ella y sus hijos.
Louisa murió el 6 de marzo de 1888, a la temprana edad de 55 años, por un derrame cerebral. Está enterrada en Concord, cerca de su casa de Orchard.
Deja una respuesta