
El nombre de Isabel Zendal ha resonado en España durante la pandemia de coronavirus, especialmente después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunciara la apertura de un hospital de emergencias a su nombre para tratar de contener la Covid-19.
Lo cierto es que Zendal ejerció un papel esencial en su época, convirtiéndose en la primera mujer en embarcarse en una misión internacional para llevar a América la vacuna de la viruela. Si la misión ya era de por sí loable, que formara parte de ella una mujer en ese momento era, cuanto menos, sorprendente. ¿Cómo llegó hasta allí?
Zendal fue la primera mujer en embarcarse en una misión internacional para llevar a América la vacuna de la viruela
Cabe decir que Isabel conocía muy de cerca la enfermedad, causante de una de las pandemias más mortales de la humanidad. Cuando cumplió trece años. Su madre falleció al contraerla. A raíz de ello empezó a interesarse por la medicina, llegando a dejar la vida rural que llevaba hasta entonces para trasladarse a los 20 al Hospital de la Caridad de A Coruña, donde trabajó de ayudante y aprendió los entresijos de la profesión.
De allí, dio el salto a un orfanato tras quedar embarazada. Criaba a los pequeños que allí se hospedaban y lo hizo hasta 1803, cuando su vida fio un giro inesperado. Fue precisamente en ese año cuando tuvo lugar la citada expedición, liderada por el cirujano de la corte, Francisco Javier Balmis y que pretendía erradicar la pandemia en América.

¿Cómo iban a hacerlo? Llevaron con ellos a veintidós niños (incluido el de Isabel) y les inocularon el virus, puesto que era imposible conservar la vacuna durante el viaje. ¿Y qué hacía Zendal? Su trabajo consistía en cuidar de esos niños puesto que, según Balmis, necesitaban una figura materna. Para ello, le pagó el mismo sueldo que al resto de compañeros. Algo impensable por aquel entonces.
Desembarcaron primero en Puerto Rico, donde la misión resultó un éxito, y más tarde en Filipinas. En 1809, Zendal y su hijo dejaron de viajar por el mundo y se instalaron en Puebla, México, hasta la fecha de su muerte, sin jamás regresar a España, entre otros muchos motivos, por el estigma de madre soltera.
Zendal cuidó de los niños de la expedición para erradicar la pandemia de viruela en América
Durante muchos años se perdió el rastro de Isabel, quedando en el olvido su labor. En 1950, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la rescató, recordando su trabajo y reconociéndola como persona clave en ese viaje. Pero de nuevo, con los años, su nombre se esfumó. Ahora, tras el nuevo hospital de Madrid, se espera que su labor esté presente para el resto de los años.
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